Cuando estaba en la escuela de Enfermeria, el gobierno decidio que todas asistieramos a Balbuena a tomar unas clases con la Fuerza Aerea, nos llevaron temprano a unos hangares, adentro habia algunos aviones chicos de color aluminio, que iban arrastarnado hacia la pista, a cada una nos asignaron a un avion, nos subimos caminando sobre el ala, sentandonos en el asiento de atras, una vez ahi, nos sujetaron los cinturones del asiento con mucha firmeza, mientras el piloto ocupaba su lugar.
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Asi se veian los aviones en que volamos |
El motor encendio y el aparato comenzo a rodar por la pista, acelerando cada vez mas hasta levantar el vuelo, adquiriendo altura, en poco tiempo se veian los volcanes y el hermoso lago de Texcoco, los demas aviones volaban a nuestro lado, los pilotos se ponian de acuerdo en la radio, el piloto me dijo que me preparara, que iban a empezar a maniobrar, y en ese momento se lanzo en picada, y a hacer piruetas, el avion subia, bajaba, rodaba y hacia mil y un cosas.
El vuelo duro por un rato, y despues regresamos al aeropuerto, yo iba emocionada, habia sido una experiencia fantastica, pero no todas habiamos disfrutado lo mismo, algunas habian vomitado y una de ellas perdio el sentido por un momento.
La experiencia se repitio toda la semana, cuando acabamos, la Monja que estaba a cargo de nosotras, nos dijo porque estabamos haciendo esto, el Ejercito queria que fuesemos capaces de llegar al campo de batalla en aviones en caso de emergencia.
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